Una advertencia sobre la influencia del karma:
¿Hasta que punto nos afecta la filosofía del karma en nuestro entendimiento del mundo?
Deberíamos comenzar por explicar exactamente qué es el karma y cuál es su origen.
El karma es una creencia central en la doctrina del hinduismo. Es el juez de nuestros actos. Es una «ley» cósmica de retribución, o de causa y efecto. Explica los dramas humanos como la reacción a las acciones buenas o malas realizadas en el pasado más o menos inmediato. También conocido como un espíritu de justicia o equilibrio.
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Aunque conscientemente rechazaríamos esta doctrina por su origen pagano, inconscientemente y en la práctica, encontramos explicación a algunos eventos de la vida por medio de ella. Normalmente pensamos en algunas personas como buenas y otras personas como malas, nos resulta fácil creer que Dios debería permitir que las cosas buenas le sucedieran a personas buenas y cosas malas a la gente mala.
No existen muchos comentarios acerca de Lucas 13:1-4, tampoco se escuchan muchos sermones sobre estos cuatro versículos. Sin embargo, son palabras que se convierten en una advertencia muy pertinente sobre este pensamiento del karma arraigado en la mente humana desde los tiempos antiguos.
No es el karma el juez del cosmos, sino que Cristo es nuestro Juez.
La Palabra de Dios es clara en identificar a Dios como el Juez de toda la tierra como lo declaró Abraham en su intercesión por las ciudades de Sodoma y Gomorra. Luego el Nuevo Testamento anuncia que todos compareceremos ante el Tribunal de Cristo (2 Cor. 5:10), quien juzgará a vivos y muertos (2 Tim. 4:1)
Cristo es nuestro Juez
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“En este mismo tiempo estaban allí algunos que le contaban acerca de los galileos cuya sangre Pilato había mezclado con los sacrificios de ellos”. v. 1
“Estaban allí unos…” Lucas no nos dice quiénes eran estas personas o por qué le cuentan a Jesús esta historia tan terrible. Lo más probable es que eran personas comunes y corrientes, que esperaban que Jesús le diera sentido a una situación absurda, y que les ayudara a ellos a entender por qué estos Galileos sufrieron algo tan terrible. ¿Habían violado alguna ley Romana? ¿Habían ofendido a Dios?
Jesús corrigió este pensamiento. No habían sido juzgados por Dios. Él no actúa por despecho o rencor. El Salmo 103: 8-9 NVI
“El Señor es clemente y compasivo, lento para la ira y grande en amor.
No sostiene para siempre su querella ni guarda rencor eternamente.”
Jesús responde con una pregunta;
2 ¿Pensáis que estos galileos, porque padecieron tales cosas, eran más pecadores que todos los galileos?
3 Os digo: No; antes si no os arrepentís, todos pereceréis igualmente.
4 O aquellos dieciocho sobre los cuales cayó la torre en Siloé, y los mató, ¿pensáis que eran más culpables que todos los hombres que habitan en Jerusalén?
Os digo: No; antes si no os arrepentís, todos pereceréis igualmente.
Los dos ejemplos que encontramos en esta historia tienen que ver con Pilato y el gobierno romano al que representa. Los galileos murieron por su rebelión contra el imperio y los habitantes de Jerusalén murieron participando de una obra que apoyaba la defensa del imperio.
Los galileos: son frecuentemente mencionados por Josefo como el pueblo más turbulento y sedicioso, estando en todas las ocasiones dispuestos a perturbar la autoridad romana. No se sabe a qué evento se refiere nuestro Señor; es probable que fueran un grupo que se opuso a pagar tributo a César y someterse al gobierno romano. Cuando el grupo llegó a Jerusalén durante una de las grandes fiestas y presentó sus sacrificios en el patio del templo. Pilato envió en secreto a una compañía de soldados, que los masacraron y «mezclaron su sangre con sus sacrificios».
La torre de Siloé: probablemente formaba parte del antiguo sistema de fortificaciones sobre los muros de la ciudad de Jerusalén cerca del estanque de Siloé. El colapso de esta torre y la resultante muerte de 18 personas (¿tal vez trabajadores empleados para el acueducto que Pilato estaba construyendo? Cf. Josefo, La guerra, 2.9.4)
Cristo es el espíritu de justicia y equilibrio.
3 Os digo: No; antes si no os arrepentís, todos pereceréis igualmente.
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Es reconfortante creer que el sufrimiento es resultado del pecado, porque elimina la casualidad – explica el sufrimiento – y nos ofrece una manera de evitar los desastres que vemos caer sobre otros.
Esta fue la acusación de los amigos de Job. Eliud es el único que le declara la verdad; su intención no es cargarle la mano más a Job, pero con sus palabras equilibra la visión de su amigo quien decía:
9 Yo soy limpio y sin defecto; Soy inocente, y no hay maldad en mí. (Job 33)
Y aún así Dios me tiene por su enemigo decía Job. Pero Eliud le explica que al contrario, Dios siempre está tratando de librar al hombre de sus malas obras y apartarlo de su soberbia y añade:
23 Si tuviese cerca de él
Algún elocuente mediador muy escogido,
Que anuncie al hombre su deber;
24 Que le diga que Dios tuvo de él misericordia,
Que lo libró de descender al sepulcro,
Que halló redención;
Cristo es quien nos libra de la muerte
Lucas nos da un par de historias que nos llaman al arrepentimiento (vv. 1-5), y una parábola que ilustra la paciencia y el amor de Dios (vv. 6-9).
El Señor no se tarda en cumplir su promesa, según algunos entienden la tardanza, sino que es paciente para con vosotros, no queriendo que nadie perezca, sino que todos vengan al arrepentimiento. 2Pe 3:9
Confundimos arrepentimiento con el sentimiento de culpabilidad y remordimiento por el pecado. El concepto bíblico del arrepentimiento es un cambio de mente, un giro de 180 grados, vamos rumbo a la destrucción, caminemos en pos de la vida eterna.
De nuevo el Salmo 103: 10-11
“No nos trata conforme a nuestros pecados
ni nos paga según nuestras maldades.
Tan grande es su amor por los que le temen
como alto es el cielo sobre la tierra.”
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El karma es una ley de causa y efecto que nos mantiene atrapados en el “nudo infinito” símbolo de esta creencia. El símbolo que representa la fe cristiana es “la cruz” en ella se acaba la maldición y encontramos la salvación. En Cristo, la ley de causa y efecto son rotos para siempre. Ahora hay una nueva ley, la causa es su muerte en esa cruz, y el efecto la vida eterna que nos concede. En efecto, la cruz nos libra del karma. Desechemos todo vestigio de esta creencia pagana y vivamos en la libertad que Cristo ha conquistado para nosotros.
